Tod@s somos símbolos sexuales por excelencia; originales y exclusivos, representamos
a la divinidad físicamente gracias a la fuerza del amor que nos impulsa a conectarnos y
procrear, asi nuestro gran corazón se expande como también la consciencia; tenemos la
capacidad de contener y dar amor exponencialmente de forma ilimitada manifestando la
vida en su máxima expresión física por medio de la esencia sexual entre miles de formas
más.
La fuerza del amor surge del plano inmaterial donde están contenidos patrones
exponenciales en estado latente, listos para ser depositados en la matriz universal, la cual
sirve como contendora y es capaz de plasmar dichos patrones de conciencia, gracias a
esta conjunción perfecta, del plano inmaterial se desprenden ondas que circulan hasta
encontrar la sustancia contenedora adecuada y son sostenidas hasta formar las primeras
partículas; estas contienen la información que proviene de un estado más allá de lo físico;
lo vemos en el universo de materia surgiendo a partir de la gran explosión divina o Big-
Bang, podríamos decir que del plano inmaterial se desprende una onda que al encontrar
una matriz adecuada colisiona consigo misma para disgregarse de una forma particular
en constante expansión, fusionando entre si cada elemento-partícula conformando desde
microorganismos hasta planetas, galaxias y toda vida consciente que contiene la
información original en si misma.
Estas manifestaciones físicas de la materia provenientes de la fuente inmaterial creadora
poseen en su estructura fuerza gravitacional y electromagnética; dicha cualidad particular
permite que la vida se reunifique armónicamente, es lo que llamamos “amor”. Esta fuerza
es emanada constantemente desde un punto central que origina la vida donde habita el
“gran corazón”, este espacio tiene la forma de un agujero negro debido a que no podemos
ver qué contiene o hay más allá de él; debido a la fuerza gravitacional y electromagnética
inconmensurable que posee atrae incluso a la luz que se disuelve en él y por eso vemos
una especie de circulo oscuro sin materia visible adentro, como un espacio vacío; la
ciencia moderna ha venido descubriendo en el centro de los grandes sistemas cósmicos
agujeros negros. Recordemos una de las leyes universales que dice como “es arriba, es
abajo” es decir, en el núcleo o punto central de todo sistema, desde el más complejo
hasta el más simple, hay un pequeño agujero desde el cual resurge la vida
espontáneamente, permitiendo que esta sea parte de la matriz expandiendo su tejido.
Dadas sus cualidades electromagnéticas de proyectar la energía y atraerla, junto con la
gravedad que mantiene cohesionados sus elementos entre sí, la vida orbita inmersa en
esa fuerza de amor universal alrededor de soles centrales mientras se experimenta
físicamente, recopilando nueva información durante el viaje existencial que finalmente es
depositada de regreso en el gran corazón donde se origina la vida consciente.
Como vemos somos un producto de patrones de consciencia formado por el padre
creador desde el plano inmaterial y la madre creadora de vida que concibe en su matriz
estos patrones, ensamblando las ondas de energía que brotan del vacío dando a luz
partículas que conforman el diseño original puro y divino capaz de contener la consciencia
del creador físicamente. Así se manifiesta la vida en el universo generada por la unión
sagrada del padre creador con la madre divina, podemos decir que es en un acto de amor
eterno como surge la vida a cada instante.
El padre creador, el sagrado masculino representa la consciencia, y la madre divina, el
sagrado femenino es quien manifiesta esa consciencia que yace en estado inmaterial
donde está el origen absoluto; cuando estas dos fuerzas primigenias se unieron crearon este universo físico y con él todos los seres animados dentro de los cuales, en uno de
miles sistemas solares habita un pequeño planeta azul con su luna orbitando alrededor,
es ahí donde vivimos nuestra experiencia humana; somos los hijos divinos del creador
que junto a su amada nos dan amor constantemente para experimentar en la materia sus
deseos por ser uno.
Como a imagen y semejanza del creador, el ser humano particularmente genera la vida a
partir del flujo vital masculino que contiene la semilla para que la mujer la reciba en su
matriz, dando como resultado un nuevo ser humano; es en la unión de las polaridades
que se complementan como resulta la vida, a partir de esa simbiosis se reproduce la
existencia constantemente, desde lo inmaterial que habita en la consciencia pura hasta lo
material que toma forma física.
Estamos representando el génesis cada vez que nos unimos sexualmente impulsados por
la fuerza del amor, de la misma forma como el creador se fusiona con su amada para dar
vida en el universo. Somos los amantes eternos que se experimentan a sí mismos en
constante expansión, sin embargo, debido al sistema humano que por diseño nos vela la
memoria al nacer, olvidamos nuestro origen sintiéndonos abandonados, solos y perdidos
en el universo. Gracias a los maestros y maestras que han mantenido viva la memoria
trasmitiendo el conocimiento a sus discípulos hasta el día de hoy, podemos aprender de
la ciencia milenaria espiritual, cómo se origina la vida y cómo expresarla de forma
adecuada para trascender la materia y fundirnos con el absoluto sintiendo su presencia en
nuestro corazón, de modo que podamos proyectar el amor sin distorsiones, de afuera
hacia adentro y de adentro hacia afuera conscientemente.
Hoy en día tenemos acceso a Internet donde se viene registrando cada día la información
resguardada y acumulada por la humanidad, la cual nos facilita las cosas, recomiendo
seguir investigando sobre la historia universal para darnos cuenta que desde las primeras
representaciones artísticas, el hombre ha plasmado simbólicamente la creación para
mantener viva su memoria; en todas las culturas ancestrales vemos reflejados en sus
diseños los mismos patrones geométricos donde cada figura simboliza un aspecto de la
creación, y así como la naturaleza se sustenta en dichos patrones, también nuestro
cuerpo biológico. Finalmente para manifestar la vida y continuar evolucionando como raza
en un sistema solar que forma parte del universo debemos permitir que la fuerza del amor
nos una para crecer juntos, somos como el amante divino que junto con su amada dan
vida por medio de la esencia sexual, no solo vidas humanas, también plasmamos
nuestros sueños, nuestros proyectos; es la misma esencia creadora y vital que proviene
del origen, la cual podemos emplear para cocrear la realidad deseada.
La sexualidad sigue siendo un tema tabú, sin embargo forma parte de las enseñanzas
que se han venido trasmitiendo por medio de mitos y leyendas desde tiempos
inmemoriales por todo el planeta, donde se representa la creación de la humanidad
simbolizada por deidades en cuerpos antropomórficos que llevados por un impulso innato
se juntaron gracias a la fuerza del amor en una unión sexual para darle vida a la raza
humana en la tierra, vemos a estos dioses primigenios como protagonistas en los textos
sagrados que conforman la cosmovisión de las culturas ancestrales. Son las doctrinas
religiosas actuales en especial, junto con el patriarcado y el sistema socio cultural
moderno que han llenado de culpa y vergüenza todo lo que tiene que ver con la expresión
sexual, es nuestro deber rescatar el conocimiento oculto y revelarlo para reeducarnos y
así trasmitir de forma certera a nuestros hijos lo que realmente significa la sexualidad. .
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